El Tri es su propio rival
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Puede que la Selección Mexicana esté en proceso de hacer una buena Copa Confederaciones si Osorio se aplica y al equipo no lo traicionan los viejos traumas en las etapas más bravas de la competencia.
Ayer a duras penas pudo superar a una Nueva Zelanda sin estatura futbolística ni ambiciones definidas. Cumplir con el resultado, más que con el juego, era obligatorio para el Tri.
La cuestionada rotación de Osorio tuvo sus efectos secundarios y alteró sobremanera la búsqueda del propósito.
Después de un impresentable primer tiempo, en el complemento, fundamentalmente por la prepotencia de Aquino y con el apoyo de los demás, México salvó la ropa frente a un rival menos inocente de lo que todo mundo, incluido el técnico colombiano, presumía.
Se entiende que Osorio quiera probar variantes siempre y cuando esto no implique ofrecer tantas ventajas. Pero México ayer las dio y muchas. No sólo puso en riesgo el resultado, sino también su credibilidad futbolística.
En el debut ante Portugal, el Tri había dejado una buena impresión. Si hizo o no merecimientos para empatar en aquel partido, podrá discutirse, pero la determinación con la que el equipo jugó, no.
Contra Nueva Zelanda se atoró. Sin su cuadro principal, los emergentes le bajaron la vara al rendimiento para dejarlo en un estado más vegetativo que productivo.
Al margen de esta película repetida frente a adversarios teóricamente inferiores, el seleccionado mexicano venía dando muestras de crecimiento, sobre todo en la actual eliminatoria de la Concacaf.
Puntualmente en calidad futbolística por ese importante universo de jugadores hoy que participan en las ligas europeas, pero también, y quizás no menos importante que lo otro, ha ganado cierta calidad mental para encarar los compromisos de otro modo.
Ha evolucionado un poco más de la cabeza y eso se ha notado en juegos más serios que el de ayer en Sochi. Ya no entra en un estado de sumisión ante rivales de horma ancha.
Ya no parece ser más ese Tri que asumía un papel de reparto en los partidos frente a equipos más potentes y astutos. Sólo que a veces subestima cuando se cree suficiente y lo paga muy caro.
De todos modos, vale decir que con Osorio han cambiado algunas cosas a favor, pero el mayor desafío que enfrenta el seleccionado sigue siendo el mismo de siempre: tener altura futbolística es en las instancias más exigentes.
Esta Copa Confederaciones pone a México otra vez a prueba para saldar ese pendiente. El 0-7 frente a Chile en la última Copa América aún es una marca indeleble.
Hay señales nítidas de avance y otras difusas. Todavía falta descubrir si la madurez de este Tri es capaz de correr hacia adelante el límite de su destino, más lejos del acostumbrado.