Hablemos de Dios 25
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Buscando y hurgando en mi personal conocimiento, trato de encontrar y renovar mi fe todo el tiempo. Y Esta larga saga que hoy continúa.
Hace años –al parecer, desde que me nació la razón y la conciencia y gracias a Dios fue a temprana edad–, no creo en sermones católicos, cristianos ni de ningún tipo de índole religiosa. Soy un hombre de fe… basada en la razón. De aquí entonces que buscando y hurgando en mi muy personal conocimiento, trato de encontrar y renovar mi fe todo el tiempo. Esta larga saga que hoy continúa tiene que ver con ello.
Decía que en esta búsqueda personal que emprendí desde mis mocedades, fui lo mismo con Testigos de Jehová —los cuales, cuando dejé de ir a sus reuniones, hubo una comisión creada exprofeso que me visitó en mi residencia, amenazándome de las calamidades que se abatirían sobre mi patética humanidad, todo por obra y venganza de Jehová, por abandonar mis sesiones con ellos. En fin. Amenazas humanas, tristes amenazas humanas—, que a un templo brahmán; fui también con metodistas, bautistas y otros hermanos, donde este escritor aporreaba con singular alegría el pandero y otros instrumentos de percusión. Pero aquí lo he contado, eso del baile y el grito jubiloso porque “Jehová me habló” de los hermanos cristianos no se me da. Prefiero la soledad y la meditación y claro, tirarle la mano al hermano en desgracia. Al vecino en apuros. Prefiero las acciones y obras, no el carisma de ir los domingos a los templos.
Lea por favor las siguientes citas que reafirman lo anterior. Es decir, reafirman mi tirada de naipes que es, ver por el jodido (casi todos los somos), visitar al enfermo (fui por espacio de un año cada 20 o 25 días a ver a mi hermano Germán Froto a su cama de hospital en Torreón), darle de comer al necesitado, ir a platicar con un viejo abandonado en un parque, ayudar a los adolescentes que se quieren suicidar a puños; en fin, todo aquello en lo cual y en teoría estamos de acuerdo todos los humanos, pero que pocos (me incluyo, claro) cumplimos. Lea por favor, insisto, los siguientes versos, la siguiente selección de parágrafos. Es como una pequeña antología. Van:
“La caridad no consiste en que os orientéis hacia el Este o el Oeste, sino que es creer en Dios, en el último Día, en los ángeles, en el Libro y en los profetas, así como donar la parte de la propiedad propia, a pensar del apego que se siente hacia ella, a los parientes, huérfanos, pobres, viajeros insolventes, liberar cautivos y redimir esclavos. Y es también: observar las oraciones abonar la contribución fiscal, cumplir los compromisos contraídos y mantener la constancia tanto en situaciones de apuro como en el campo de batalla.”
Esquina-bajan
“No ganaréis el paraíso si no practicas la caridad con lo que tenéis en mayor aprecio.” “Dios me basta”. “Reintegrad a los huérfanos su patrimonio. No les sustituyáis lo bueno con lo malo, ni mezcléis vuestros bienes con los suyos. Eso sería un gran pecado”. “Quien quiera que se entregue a la voluntad de Dios y le sirva fielmente será remunerado por el Señor”. “La vida futura vale más para ti que la vida presente. Dios te concederá bienes y quedarás satisfecho. ¿No eras huérfano y no te ha acogido? Te ha hallado extraviado y te ha guiado. Te ha hallado pobre y te ha enriquecido. No emplees la violencia con el huérfano”.
“No son equiparables el bueno y el mal comportamiento. Repele pues, el mal proceder con el bueno y verás que de esta manera quien te declaraba su enemistad acabará convertido en tu amigo más ferviente”. “Celebra el nombre de tu Señor el Altísimo, que ha creado todo y establecido el equilibrio en todo, que ha fijado los destinos de todo y que lo dirige todo hacia un objeto. Que hace germinar la hierba de los pastos y la reduce a heno seco”.
Damas y caballeros del Jurado que hacen favor de leerme, ¿de quién cree usted que son estas palabras, estas líneas, estos discursos, estos versos, estos parágrafos? No son de la Biblia. No son del monje Fray Raúl Vera López. No son de su secretaria, la papisa Jackie Campbell. No son del Papa Francisco. No son del mínimo y diminuto San Francisco de Asís. No son palabras de los cristianos los domingos en sus templos donde cantan y bailan a rabiar. No son de Andrés López Obrador, el crucificado de Tabasco. No son palabras de Margarita Zavala. No son palabras de…
Letras minúsculas
Son versos, citas textuales de “El Corán”, en traducción de Joaquín García Bravo. Fin.