HMV: el ‘culebrón’ de nunca acabar
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El nombre de Humberto Moreira Valdés volvió a inundar ayer el espacio mediático y se apoderó de las conversaciones cotidianas, debido a la exhibición de un nuevo “escándalo” que le involucra: la presunta existencia de una multimillonaria fortuna en bancos del extranjero.
A estas alturas, por supuesto, las versiones de uno y otro lado han sido ampliamente comentadas: por una parte, una investigación periodística sostiene –con base en información presuntamente proveniente de un expediente armado en los Estados Unidos– que familiares directos del exmandatario estatal poseerían millonarias cuentas en Mónaco y las Islas Caimán; por la otra, Moreira Valdés y sus familiares han afirmado que el reporte está basado en hechos falsos.
Más allá de cuál versión sea la cierta, la especie ha servido sin duda como combustible para el proceso electoral en marcha, pues prácticamente todos los actores relevantes de la contienda –incluido el dirigente nacional del PRI– salieron ayer a fijar posición en relación al hecho.
Y es que eso resulta inevitable, pues con independencia de que al exmandatario coahuilense –como a cualquier otra persona– deba garantizársele el derecho a la presunción de inocencia, resulta sumamente difícil que cualquier información relacionada con su paso por el Gobierno de Coahuila no se convierta en la comidilla del día.
La afirmación anterior es tanto más cierta cuando la información que circula evidenciaría la existencia de una fortuna que, como todo haber vinculado a Humberto Moreira, se presume sospechoso.
Porque en el imaginario colectivo resulta imposible no otorgar de entrada alguna verosimilitud a las acusaciones que se lancen en dirección del también exdirigente nacional del PRI: la estela de descrédito dejada por su gobierno incluye, nada menos, el hecho de que aquel a quien dejó como sucesor en la titularidad del Ejecutivo es hoy un prófugo de la justicia en los Estados Unidos y quien fue el responsable de las finanzas durante su administración se encuentra sujeto a procesos criminales en el vecino país.
Es cierto: Humberto Moreira repite como mantra, en cada ocasión en la cual es señalado, que a él lo han investigado “por todo” y que ha sido exonerado por las autoridades de tres naciones distintas. Pero nadie –o casi nadie– puede tragarse el anzuelo de que los escandalosos actos de corrupción prohijados en su administración se hicieron enteramente a sus espaldas y que él nada supo y, mucho menos, se benefició de ello.
Por eso es que las acusaciones que un día sí, y al otro también, salen a la luz pública, reviven y avivan la discusión respecto de su responsabilidad en la catástrofe financiera que vive la entidad. Y no basta –no bastará– que él exhiba los documentos que “acreditan” su inocencia: la sociedad coahuilense no está satisfecha con las explicaciones insuficientes que se le han ofrecido hasta ahora y no lo estará hasta que la verdad se conozca.
Mientras eso ocurre, el nombre de Humberto Moreira seguirá convirtiéndose en la comidilla del día de forma recurrente.