‘Pisa suavemente’
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El mexicano puede ganar muchos premios, soñar en grande, buscar su talento y sacarle brillo, todo para llegar a tener un corazón ardiente y apasionado por conquistar las cosas de la buena vida
Hace días fue la ceremonia de entrega de los Premios Nobel 2016, lo que me recordó a tres excepciovnales mexicanos, los cuales fueron galardonados con tan inmenso reconocimiento: Me refiero a Alfonso García Robles (1911-1991), diplomático, que recibió, en 1982, el Premio Nobel de la paz “por su incansable trabajo para lograr la limitación en el desarrollo y el uso de las armas nucleares labor que culminó en 1967 con la firma del acuerdo de Proscripción de las Armas Nucleares en América Latina llamado también Tratado de Tlatelolco”.
Me refiero, incuestionable, a Octavio Paz (1914-1998) escritor y poeta que fue galardonado con el mismo reconocimiento en 1990, pero en literatura, “por su escritura apasionada y de amplios horizontes, caracterizada por una inteligencia sensual y la integridad de su humanismo”.
Me refiero también a Mario J. Molina (1943) que en 1995, obtuvo el Nobel en química por “sus aportaciones en materia de química atmosférica que alertaron acerca de la destrucción de la capa de ozono por la acción de los clorofluorometanos”.
Tres mexicanos, tres referentes, tres hombres talentosos que pusieron en alto el nombre de México, pero a todos nos proponen una misma realidad: los mexicanos poseemos un enorme talento, sin embargo lo que falta es contar con la estructura política (honesta), educativa y económica adecuadas para hacerlo crecer y brillar universalmente.
Ciertamente los jóvenes no pueden aguardar, so pena de perder sus presentes y consecuentemente sus porvenires, a que el País les ofrezca esa viabilidad. Por tanto, no les queda de otra: deben buscar hoy mismo y por sí mismos -personalísimamente- los medios y caminos que les permitan cultivar y engrandecer sus talentos y posibilidades, tal como esos tres inmensos mexicanos lo hicieron.
¿Qué si se puede?¡Claro, definitivamente sí! Es cuestión de definición, voluntad y persistencia, pero especialmente de una total disponibilidad para mirar hacia arriba y para no dejarse engañar.
¿La clave para lograrlo? Una sola palabra: Coraje. Un vocablo que ha de ser asumido y practicado millones de veces, durante miles de horas para luchar por sus creencias y sueños.
Robles, Paz y Molinare presentan una maravillosa victoria silenciosa. Así es, son ejemplos de esa extraordinaria trinidad que forja a los fuera de serie: fe, tenacidad y alegría; la única varita mágica que existe en este mundo para trascender como seres humanos productivos.
ESPERANZA ILIMITADA
Conozco jóvenes que emprenden su sueños con pasión extraordinaria; muchachos con voluntad y persistencia, que han decidido mirar hacia arriba, que tienen el corazón ardiente, apasionados por conquistar las cosas buenas de la vida.
Jóvenes con liderazgo, que comprenden que ser testimonio moral implica esperanza, audacia, aceptación al riesgo, elección de las “cuestas para arriba” y sobretodo luz y honestidad en la mirada.
CLASES DE PERSONAS
Pensamos que la sociedad genera influencia y actitudes perniciosos hacia los jóvenes; por ejemplo, cuando uno de ellos cae en el despeñadero de las drogas, cuando un grupo de muchachos sufre un fatal accidente a consecuencia del alcohol, cuando un hijo huye de casa sin dejar paradero, cuando un estudiante fracasa en la escuela, cuando un grupo de jóvenes se violenta en contra de sus propias comunidades, escuelas, compañeros y maestros, entonces decimos: esto es provocado por la apocalíptica y perniciosa sociedad.
Definitivamente, la sociedad puede llegar a ser causante de esas realidades, pero parcialmente, no por definitiva.
Es justo pensar que también existe el otro extremo. Es decir, cuando un muchacho destaca en alguna actividad a fuerza propia, cuando un joven se convierte en testimonio para los demás, entonces decimos: esa persona es admirable, pues realmente ha llegado a ser quien es, gracias a su propio desvelo, gracias a que dejó su piel en las rocas que poblaban las pendientes de la montaña que escaló.
ESTRICTAMENTE PERSONAL
En estos casos liberamos a ese joven del yugo y la influencia comunitaria, inmediatamente olvidamos las atrocidades que el sistema social -y educativo- pudo haberle ocasionado. ¡Oh sí! En estos lances, casualmente, no hay villanos colectivos, anónimos, solamente héroes, líderes, con nombre y apellidos propios.
Sostengo: los jóvenes pueden llegar lejísimos si tienen las agallas de posar su mirada en excelsos ideales y levantar las mangas para emprender en pos de sus sueños, y - principalmente - si no se abandonan en el engaño, en el embaucamiento de pensar que lo que son -y serán– es consecuencia de la sociedad, de lo establecido, de la suerte, de los horóscopos o de otros absurdos; olvidando que, fundamentalmente, la libertad personal ejercida día a día, es la causa que los hace ser quiénes son y de la clase de personas en que, mañana, se convertirán.
ENGAÑO TOTAL
En general llevamos una existencia materialista, egoísta y competitiva, con un ritmo de vida frenética y estresante que nos impide comprender que las cosas significativas, aquellas que valen la pena, no pueden verse ni tocarse, sólo intuirse y sentirse.
Este engaño impide ver que las personas, si bien no somos generalmente responsables de las situaciones que vivimos, si somos, en definitiva, dueños de las respuestas que a la vida le damos, dueños de nuestros sueños y actitudes.
Por tanto, es comprensible que convertirse en un joven excepcional, es una decisión personal, jamás imputable al resto de los semejantes y menos al entorno en donde se vive.
Al igual que, convertirse en una persona egoísta, o una infeliz, fracasada, improductiva, llorona o quejumbrosa, siempre es -y será- una elección individual.
ARDUA TAREA
Una de las tareas más difíciles es aprender a ser único, a ser lo que ya uno es. Es necesario reconocer que esta labor se inicia comprendiendo que los humanos, individualmente, ya somos singulares y notables por el simple hecho de ser personas, que solamente requerimos descubrir a lo que hemos sido convocados sabiendo que inevitablemente, de tiempo en tiempo, habrá que padecer y sufrir, sabiendo siempre que en esa jornada contamos con un sostén divino, sobrehumano, ya que de otra forma el viaje sería sencillamente insoportable, imposible o inclusive absurdo.
UN ANCHO HUECO
Vivir joven, es como si acabásemos de nacer. Existir en el asombro, como seres recién estrenados. Porque sólo así se goza el milagro del sabor de naranja, de la belleza de ese cielo que ya no contemplamos.
Vivir joven es respirar en el presente. No hay manera de ser felices si no lo es siéndolo hoy. La fuga al pasado o posarse en un futuro imaginario es sólo eso: inútil fuga.
Martin Descalzo dice que en el mundo hay dos clases de personas: los que valen por lo que son y los que sólo valen por los cargos o las posiciones que en la vida ocupan.
Los primeros están llenos; tienen el alma rebosante. Pueden ocupar o no puestos “importantes”, pero nada ganan realmente cuando entran en ellos y nada pierden al abandonarlos. Y el día que mueren deja un ancho hueco en el mundo y en los corazones de las personas que los conocieron.
Los segundos están repletos como una percha, que nada vale si no se le cuelga encima vestidos y abrigos. Empiezan no sólo a brillar, sino a existir sólo cuando los nombran catedráticos, embajadores o ministros y regresan a la inexistencia el día que pierden esos tratamientos y títulos pero el día que mueren, lejos de dejar un hueco en el mundo o en los corazones de sus conocidos, se limitan a ocuparlo en un cementerio.
Los jóvenes que van tras sus sueños, conforman a la primera clase de personas y los mediocres y aburridos la segunda. Los primeros son generosos, los segundos egoístas. Ciegos.
HACIA LAS ALTURAS
Disreali sentenció: “el hombre no es la criatura de las circunstancias, sino las circunstancias son las criaturas de los hombres”. Veo en cada joven talento por conquistar y desarrollar inéditas realidades.
Tener fe en esta posibilidad, como un fenómeno social y no como una realidad excepcional o individual, es contar con una fe racional basada en la comprensión de la naturaleza del ser humano. Y es esta fe la que hoy requiere México.
Existen jóvenes que viven siempre jóvenes y demuestran, esperanzadoramente, esta personal certidumbre, y son estos extraordinarios muchachos los que, silenciosamente, están cambiando al México ordinario y decadente en el que hoy, desgraciadamente, vivimos y convivimos.
Hay en millones de jóvenes mexicanos –mujeres y hombres– la madera para convertirse en premios de cualquier clase, a pesar del cinismo que impera en nuestro sistema político, a pesar de la desventura que padecen los cielos de México.
Estos jóvenes, como en el poema del otro Nobel de literatura W. B. Yeats, hoy le cantan así a la vida, tal vez para exigirnos vergüenza o entendimiento del descontento y descanto que padecemos en México y nuestra comunidad: “Si tuviera las bordadas telas del cielo tejidas con luz dorada y plateada, el azul y lo tenue y las oscuras telas de noche, luz y penumbra, extendería las telas bajo tus pies. Pero, siendo pobre, sólo tengo mis sueños; he extendido mis sueños bajo tus pies; pisa suavemente, porque caminas sobre mis sueños”.
cgutierrez@itesm.mx
Programa Emprendedor Tec. de Monterrey Campus Saltillo