Saber ser
COMPARTIR
TEMAS
En estos tiempos, la sociedad habla de encontrar y crear líderes, sin embargo, un líder van más allá de una formación, ya que éste surge de un encuentro espiritual, intelectual y humano consigo mismo
Para mi madre. ¡Felicidades!
Dice Viktor Frankl: “Vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a las cuestiones que la existencia nos plantea, cumplir con las obligaciones que la vida nos asigna a cada uno en cada instante particular. Esas obligaciones y esas tareas y consecuentemente el sentido de la vida difieren de un hombre a otro”, vivir implica trascender positivamente en los otros porque, antes que nada, somos seres de encuentro, seres convocados para el diálogo, para la convivencia, para gestar vida en comunidad.
Comento lo anterior, debido a que, en estos tiempos, es frecuente hablar de la necesidad de encontrar -y de crear- líderes, como si fuese un proceso fabril. Las empresas, los partidos, las instituciones y en general la sociedad anda en busca de ellos, pero entre más indagan menos los encuentran.
Las escuelas, universidades y demás se afanan en formar líderes e inspiradas por este noble propósito se diseñan e imparten los más variados cursos y diplomados, que dicho sea de paso, sí se pueden adquirir competencias pero ser líder es más que eso. Miles de libros se escriben en relación al liderazgo, hay inclusive autores que prometen convertir a una persona en “líder” en doce sencillas lecciones.
Creo que se ha prostituido el concepto del liderazgo; por ejemplo, en tiempos de contiendas electorales -como la pasada en los Estados Unidos- es común observar que por todas partes brotan, como si fuera una epidemia, personas que sufren delirios de grandeza, personas que en su intento de ganar votos hacen promesas de cambio, de honestidad, pero la verdad es que, con sus demagogias, solamente intentan secuestrar las ilusiones y conciencias de quienes desgraciadamente les creen. Y esto no solamente sucede en el ámbito político, sino además en el empresarial.
Saber ser
Estas personas son los seudo líderes y ciertamente son muy dañinos. A ellos se les distingue por su impotencia espiritual, por sus intenciones ocultas y sobretodo, si se les mira bien, nos daremos cuenta que son personas cuyas metas personales son alimentadas por el egoísmo y la mentira pues solamente buscan alcanzar sus propios intereses para acrecentar sus fortunas personales.
Existen estudios que intentan descifrar si acaso existen ciertas personalidades que expresan las “cualidades” de un líder, que se cuestionan si el líder nace o se hace, si el carisma es el pilar fundamental de quien puede ser considerado como tal.
Después de analizar algunos de esos estudios me inclino a pensar que no hay “rasgos compartidos” o “talentos inherentes” a una personalidad de liderazgo, más bien considero que líder es cualquier persona que ha decidido encontrarse a sí misma, que ha sido capaz de descubrir su misión de vida y hacer de ella su vocación de vida, que ha aprendido a utilizar sus talentos y potencialidades naturales para no resistirse a ser quien en verdad es. En este sentido una “personalidad” que evoca liderazgo la desarrolla quien es fiel a sí mismo y a sus creencias. Es decir, un líder es una autoridad moral.
Ejemplo
Bajo esta óptica un líder es quien trabaja para no ser esclavo de sí mismo, pues anhela alcanzar su perfección espiritual, es quien ha decidido a cambiar y transformar una existencia apática e indiferente por un caudal de vida positiva, es la persona que ha renunciando a la mediocridad.
Toda persona que no permite que se le escape la vida, que puede construir el día de hoy por la ilusión de tener una vida mañana, ya es un líder, pues al aceptar cada instante presente, tal como es, lo aleja permanentemente de la cobardía que sienten quienes se refugian y añoran el pasado o de aquellos que suelen temer a la incertidumbre del futuro.
El auténtico líder es ejemplo, no transfiere su errores a otros, tampoco los culpa por los resultados de sus propias acciones, sabe que no puede perfeccionarse si no forma parte de los demás. De ahí que busque continuamente mejorar en lo humano, espiritual, intelectual y en formar una voluntad a toda prueba.
Nunca vive aislado por eso no teme abrirse, se compromete con los demás, los enseña a vivir, sabe que la independencia sin compasión es egoísmo y que la dependencia provoca almas estériles, por eso busca la interdependencia; acoge a los demás en sus sueños, pero también comparte con ellos el fruto del trabajo que cotidianamente emprende.
Dar más
Sabe que su grandeza esta en darse, en vaciarse, ha aprendido que al desapegarse de sí mismo, de hecho estimula a sus semejantes para que encuentren sus propios caminos. El líder auténtico, con el paso del tiempo, se convierte en un oasis en los que otros encuentran descanso.
Un líder posee una fuerte autoestima basada en la humildad de reconocer lo mucho que le falta por recorrer, es humilde con su propia humildad; es un convencido de sus propios sueños, tiene integridad; es entusiasta ante la vida y sus creencias son congruentes con su acciones; es sincero en sus propósitos, pero solidario con los anhelos de los demás; inspira confianza entre aquellos que lo conocen, de ahí que muchos se convierten en sus fieles seguidores, siempre convence con su ejemplo y suele tocar el corazón de aquellos que les rodean.
Así es. Cada persona que se compromete con su misión de vida, que se empeña en lograr un desarrollo personal, que no se compara con nadie más sino con él mismo, es un líder, pues ha reconocido que el éxito en la vida es un camino, no un destino. Que es una senda en la que, día a día, hay que acrecentar la felicidad propia y también las de sus semejantes. Por eso desea ser mejor, no por egoísmo, no por tener más, sino para ser y dar más.
¿En verdad?
Líderes también son las personas alegres, de actitudes positivas, que hacen lo que aman o han aprendido a amar lo que emprenden, que saben que su profesión u oficio no es un privilegio, sino una responsabilidad social. También son los que no acumulan, los que se hacen instrumentos para servir y mediadores para que otros encuentren.
Ellos buscan el bien de sus semejantes, son generosos, dan su tiempo a causas nobles, son constantes, concilian, generan buena voluntad, son prudentes, tienen confianza y seguridad en sí mismos, tienen fortaleza de ánimo y espíritu de sacrificio. Me pregunto ¿en verdad se puede aprender esto en una escuela?
Caminar…
El líder que aquí menciono no se encuentra en las tribunas, ni tampoco en las caras de quienes dirigen causas, menos en los partidos políticos, más bien es menester buscarlo dentro de nosotros mismos, pues indudablemente ahí hay la posibilidad de crear un líder.
Hay un líder en los corazones de las personas que se proponen a ser, a edificar, que optan por el bien común, que son prueba de los principios universales que rigen la vida del hombre, que transforman espacios de desencuentros en ambientes de convivencia. Existe un líder en las personas que saben ser compartidos, porque comparten. Hay un líder en la persona que ayuda a quienes sufren y padecen.
Incuestionablemente, existe un líder en el espíritu del ser humano que se ha dejado conquistar por la mano de Dios y ha aprendido a labrar su propia trascendencia. Vive un líder en las personas que caminan la palabra… En aquellos que sencillamente son personas testimonio, ¡lo demás es lo de menos!
cgutierrez@itesm.mx
PROGRAMA EMPRENDEDOR ITESM CAMPUS SALTILLO.